Moto Club Motosalidos - Moto Club Motosalidos

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Nosotros
Hola, me llamo David y soy el presidente del Motoclub Motosalidos.  

Llevo montando en moto más de 25 años y desde mis primeros pasos en el mundo de las dos ruedas entendí la moto como una manera de vivir y no como un mero medio de transporte. Rápidamente me atrapó salir los domingos y quedar con más moteros, ir a concentraciones y presenciar alguno de los grandes premios disputados en España. Muchas ediciones de Pingüinos y el Gran Premio de España de Motociclismo en Jerez, iban forjando en mí  la idea de crear  una peña, un motoclub, una asociación, llamadlo  x, pero un punto de reunión y encuentro  de todos los que vivíamos el mundo de la moto como yo.

Y surgió de esta idea en 1995, la Peña Motera “El Rastro” donde intenté aunar, llevando el mismo polo, a los que en mi barrio de por aquel entonces salíamos juntos todos los domingos, a todas las concentraciones y a todos los eventos.

Contaba a mis compañeros de universidad, que me había ido el fin de semana anterior a Valladolid, (Pingüinos) en moto, con temperaturas entre -4º y 0º grados, detrás de la máquina quitanieves, para estar 48 horas hablando de motos, escuchando aullar motores a más de 10.000 rpm , oliendo a goma quemada y observaba cómo me miraban, como si fuera un bicho raro al tiempo que me preguntaban  que para qué y con qué sentido iba allí. Entendí por aquel entonces, que motero se nace y que, si llevas las dos ruedas en la sangre, en el adn o en el alma, eso, es para siempre.  

Aquella peña, por mi juventud e inexperiencia de la vida y la de los demás componentes, se quedó en eso, en doce o quince polos serigrafiados iguales. Pero aquella idea de crear un motoclub, nunca me abandonó.

Durante todos estos años nunca dejé de tener moto, con temporadas de más y otras de menos uso. Siempre acompañado de mi mujer, que, gracias a Dios, comparte la misma afición por ellas que yo, ya que, en su casa, también la vivió desde pequeña. Veinte años encima de motos deportivas y un año encima de una mega custom dan para muchas letras, pero, hay un terrible acontecimiento que supuso un antes y un después, aunque parezca mentira, en mi vida para con las motos y fue la palabra CÁNCER, enfermedad a la que se tuvo que enfrentar mi hija mayor con tan solo once años. Enfermedad que nos robó literalmente dos años de vida, enfermedad que nos hizo conocer una maldita realidad que no solo afecta a adultos y enfermedad que nos hizo llorar por perdidas inexplicables y cuestionarme muchas cosas de la vida y nuestro paso por ella.

Fue entonces cuando conocí a la Fundación Aladina, con la cual colaboramos desde entonces, y que hace una labor increíble e indescriptible con los niños oncológicos y sus familias y de la que os puedo dar fe,  que cada céntimo de euro donado revierte en las necesidades de los nenes.

Gracias a Dios, superamos aquella dura prueba de la vida e hice algo que en otros momentos te replanteas y te pones mil trabas y fue gastarme el dineral que vale una Bmw R1200 Gs Adventure nueva, flamante y decir ¡pero qué coño! ¡Si la vida son dos días, y uno ya ha pasado! Hay que disfrutar, hay que vivir, hay que hacer aquello que te hace sentir bien, lleno, pleno y en el 2015 entró en mi garaje Hulk, una flamante moto Trail, que tantas veces había dicho en el pasado sin saber lo que decía, que era una moto de viejos.

Al mismo tiempo conocí a Miquel Silvestre, escritor, viajero y aventurero, que tendrá tantos detractores como defensores pero que a través de su obra y sobre todo, su primer libro, “Un millón de piedras” y de su serie para la televisión, “Diario de un Nómada” consiguió que además de montar en moto, quisiera viajar en moto, pero de aquella manera tan distinta que te ofrece una motocicleta, con el aire dándote en la cara, siendo parte del paisaje en vez disfrutar viendo el paisaje y con la libertad que solo te puede dar hacerlo sobre dos ruedas.

Lo dicho, la vida son dos días, y junto a mi mujer, me propuse vivirla intensamente viajando con la moto siempre que pudiésemos, además claro, de sacar adelante una familia maravillosa.

Comenzamos a realizar pequeñas rutas, pequeños viajes por la península y a vivir la majestuosidad de viajar en ese pedazo de moto, que digan lo que digan, la Bmw es la mejor moto Trail del mundo y por algo es un icono en el segmento y la marca líder a batir e imitar por sus competidoras.

Y es ahí, cuando sin darme cuenta, nace la idea de nuevo de formar el motoclub que ahora os presento. Cuando compartiendo cada ruta, cada viaje y cada experiencia vehementemente y haciendo partícipe de la felicidad tan grande que sentimos tanto mi señora esposa como yo devorando kilómetros con nuestros amigos, empezamos a ver que, cada día somos más, que ya no solo se suman nuestro amigos, sino también  los amigos de mis amigos y los amigos de los amigos de mis amigos. Y que lo que empezó como un pequeño grupo de tres o cuatro motos, se empieza a convertir en una gran familia. La otra familia, la motera.

Donde el ambiente sano, las risas en los restaurantes compartiendo experiencias del viaje y el buen rollo, forjan en cada persona que se une a una ruta, la necesidad de otra, otra y otra más.

Muchos miembros me dicen que, transmito con tanta pasión, todo lo que ha supuesto para mi el mundo de la moto y, sobre todo, viajar en moto, que hago crecer en los demás, esa misma necesidad.

 
De todo esto, a ser un motoclub reglado, es una sucesión lógica. En toda sociedad es necesaria la existencia de unas normas que regulen las relaciones entre las personas y la convivencia, que definan límites y libertades de sus miembros y que, podrá haber errores humanos, pero las cosas se hacen limpias, claras y transparentes, y por supuesto, con la mejor intención.  

 
Todos los miembros, unos en mayor medida que otros, van desarrollando un sentimiento de pertenencia y una implicación que han dado su fruto en un crecimiento descomunal del motoclub que tampoco tiene en sus fines el cuantos más mejor, sino mejor la calidad humana y el trato familiar, que la cantidad. Camisetas, polos, cuenta en las redes sociales de Facebook e Instagram, canal propio de YouTube y ahora página web, ha sido la materialización del citado sentido pertenencia y la realidad es que hoy por hoy tenemos personas esperando a pasar los pequeños requisitos que fijamos de entrada al motoclub, así que digo yo que, tan mal no lo estaremos haciendo…jejeje.

 
Está claro que en toda familia hay problemas, desencuentros y desavenencias, pero la gestión y el cariño de todos, es vital para el buen ambiente que reina y es nota común de cada una de las rutas, encuentros y viajes.  Pero ante todo tener en cuenta que las personas van y vienen  pero el Motoclub Motosalidos y la pasión por las motos perdurara pase lo que pase y pese a quien pese.

 
En cada ruta, en cada viaje, los lazos que se forjan entre los miembros son cada vez más estrechos, hasta el punto de que cada despedida es cada vez más difícil de digerir y es una cuenta atrás para que llegue pronto la próxima ruta o salida.

 
Y como os conté anteriormente, nuestro motoclub, es un motoclub solidario, que además de llenar la hucha que la Fundación Aladina nos facilita cada principio de año, sacándola en cada ruta, cada comida y cada restaurante donamos la práctica totalidad de la cuota anual que tenemos estipulada en nuestros estatutos.
 
Y estos somos nosotros, gente sana, gente motera, gente rockera, que entiende la moto y viajar en ella, como estilo de vida.  

 
La moto es el medio de viajar mas pleno y directo con el paisaje y con la gente. No nos mires, únete.  
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